"Erase una vez un niño muy curioso al cual le entusiasmaban los elefantes.
Sabiendo esto, un día su padre le llevó al circo para que pudiese ver a su animal favorito de cerca, e incluso, si era posible, acariciarlo.
¡Qué contento se puso Juan (que así se llamaba el niño) al escuchar la noticia! Juan tenía muchas películas y muchos documentales sobre de elefantes. Pero… ¿tocar a un elefante? ¡No podía creérselo!
<<¡Qué emoción!>>, pensó el niño.
Al llegar al circo, Juan y su padre vieron animales de todo tipo, y a gente que hacía unas cosas fascinantes, como manejar un monociclo sobre una cuerda o tragar bolas incandescentes. Tuvieron que esperar un largo rato hasta que llegó la actuación que Juan más esperaba: la actuación de los elefantes.
Y la verdad es que ésta fue la actuación más impresionante que se había realizado aquel día en el circo… pero, más que fascinado, Juan llegó a su casa pensativo. Había algo extraño en aquella actuación… y decidió consultarle a su padre la duda que tenía, para ver si éste podía aclarársela:
-Papá, ¿te puedo hacer una pregunta? –dijo Juan.
-Sí, Juan, dime.
-Si los elefantes son tan grandes y tan fuertes que pueden incluso romper árboles, ¿por qué no se liberan de las cadenas que les ponen en el circo? ¿Son unas cadenas más fuertes que ellos, o es que mienten las personas que hacen los documentales y las películas?
-No, hijo; lo que ocurre es que, cuando los elefantes son muy pequeños, les ponen unas cadenas que no pueden romper. Ellos tiran y tiran, pero como apenas tienen fuerza porque todavía son pequeños, no logran arrancarlas. Más tarde, cuando crecen un poco y pueden destrozar las cadenas, se las cambian por otras algo más fuertes. El pobre elefante vuelve a hacer fuerza para intentar librarse de ellas; pero, como continúa siendo demasiado débil, vuelve a fracasar en su intento. Así, día tras día, intento tras intento, el elefante no logra romper las cadenas y ve mermadas sus fuerzas. Y, a medida que crece, siguen cambiándole las cadenas por otras hechas a la medida de su pata. De este modo, el elefante, cuando se hace mayor, deja de intentar arrancar las cadenas porque recuerda todas las veces anteriores que había fracasado en sus intentos, cuando en realidad ahora es cuando sí puede romperlas debido a gran fuerza".
El fenómeno que experimentaba el elefante de la historia es conocido como "indefensión aprendida". Cuando una persona siente frustración por no poder conseguir su objetivo después de repetidos intentos, llega un punto en el que se extingue su motivación, y sus intentos por conseguir esa meta, simplemente cesan.
La historia del elefante ilustra de manera muy clara cual es el fenómeno, y tiene una aplicación muy directa en la vida de cada persona: ser capaces de quitar la palabra imposible de nuestro vocabulario.
Numerosas veces no nos damos cuenta de como crecemos, o de la manera que maduramos hasta que intentamos cosas que antes no podíamos hacer, y ahora sí.
De todos modos, la historia del elefante sigue pareciendo una historia un tanto alejada de nuestra vida cotidiana. Veamos el siguiente vídeo:
Cuantas cadenas tienes en tu vida?
wow, que bó el video, ja l'havia vist, no sé perquè, però, buf, estem encadenats a la presió social!
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